miércoles, 24 de septiembre de 2008

Un antídoto acuático

Continuando mi paseo por tierras segovianas, hoy os traigo una nueva entrega dedicada a algunas de las más interesantes pilas bautismales que he podido contemplar a lo largo y ancho de la provincia. Ciertamente muchas. Y es que si algo he aprendido en estos años paseando por los caminos del románico es que, aunque centenares de iglesias de origen románico fueron rehechas en siglos posteriores, lo más frecuente es que su primitiva pila bautismal haya perdurado al haber sido reutilizada en el nuevo templo.

Debido a las persecuciones durante los primeros años del cristianismo, el bautismo fue administrado en cualquier lugar dotado de agua. Así las antiguas catacumbas se convirtieron en los primitivos baptisterios que, una vez oficializado el culto en el Imperio romano, se trasladarán a las nuevas basílicas o a las inmediaciones de antiguas surgencias de agua consideradas taumatúrgicas en los siglos anteriores.

Pila bautismal de la iglesia de la iglesia de S. Miguel, Tenzuela (Segovia)

Ahora bien, no pretendo hacer un recorrido por la evolución del rito bautismal a lo largo de los siglos. Únicamente veo necesario señalar que con la implantación de la liturgia romana, allá por el siglo XI, se establecieron las pautas que, más o menos, han configurado el rito del bautismo que aún perdura en nuestros días. Entre ellas destacan la sustitución de los grandes baptisterios por pilas de menor tamaño situadas en el interior de cada iglesia y la generalización del bautismo en edad infantil. Las antiguas cubetas de posible origen visigodo, entre las que podemos citar las de Sta. María de Riaza y Tenzuela, ya dan fe de algunos de estos cambios.

Pila bautismal de la iglesia de La Natividad, Sta. María de Riaza (Segovia)

Los motivos iconográficos que las adornan son realmente variados. Sin embargo, contamos con un importante testimonio escrito en las Partidas alfonsíes, en donde se afirma que los temas más recurrentes en la decoración de las pilas son aquellos que remiten al bautismo como segunda Creación o como remisión de los pecados, la creencia en el “ángel del bautismo” o la concepción de la propia pila como Fuente de la Vida paradisíaca y como vientre espiritual de la Madre Iglesia.

En cualquier caso, la gran mayoría de las pétreas copas de los ejemplares conservados suelen decorarse con gallones a modo de enormes veneras marinas, elemento que nos remite a los conceptos de fecundidad acuática y de regeneración del neófito. No es extraño que esta decoración se encuentre acompañada por otros motivos que engalanen aún un poco más el conjunto: algunos de los más recurrentes, el sogueado y los entrelazos, no hacen sino recordarnos los cáñamos que reforzaban las paredes de las primeras pilas bautismales, realizadas a modo de toscas cubas de madera. Dos buenos ejemplos los encontramos en Pelayos del Arroyo y Caballar.

Pila bautismal de la iglesia de S. Vicente, Pelayos del Arroyo (Segovia)

Pila bautismal de la iglesia de la Asunción de María, Caballar (Segovia)

Existen otros casos en los que el ornato llega a estadios superiores, conviviendo los citados gallones con alguna imagen figurativa referente a los temas iconográficos antes mencionados. Destacan los presuntos apóstoles de la dañada pila de La Cuesta y, sobre todo, la peculiar representación seráfica, quizá el “Ángel del Bautismo” encargado de acompañar al catecúmeno a la pila, que adorna la pila de la iglesia de S. Matín de Sacramenia (antes en Sta. Marina).

Pila bautismal de la iglesia de S. Cristóbal, La Cuesta (Segovia)

Pila bautismal de la iglesia de S. Martín, Sacramenia (Segovia)

Como colofón, existen casos aún más excepcionales como el de la llamada “Catedral de la Sierra”, es decir, la solitaria iglesia de Aldealengua de Pedraza. Pese a los vandálicos actos de expolio que ésta ha sufrido, aún conserva en su interior un voluminoso ejemplar gallonado en el que destacan unas curiosas cabecitas. Pese a lo que pudiésemos imaginar a bote pronto, parece ser que estos misteriosos bustos representan a los “mecenas” de esta obra, que para mayor gloria quisieron pasar a la pétrea eternidad. Por los siglos de los siglos.

Pila bautismal de la iglesia de La Asunción de María,
Aldealengua de Pedraza (Segovia)

jueves, 11 de septiembre de 2008

Duratón: una de lóbulos

Tras varios días de descanso y de reorganización de fotos, aquí llega la segunda entrega de la colección segoviana. En este caso he decidido dedicar un poco de tiempo a uno de los muchos aspectos que llamaron mi atención durante el viaje: el uso del arco polilobulado.

Arco de acceso al pórtico, iglesia de la Asunción de María, Duratón (Segovia)

A menudo se ha venido relacionando este tipo de decoración, de origen primeramente oriental, con el arte hispano-musulmán y su primo pequeño, el vecino arte mudéjar. Ciertamente, los alarifes o maestros de obras de raigambre islámica siguieron empleando estas formas hasta los albores del Mundo Moderno, y nada tiene de especial que, o bien alguno de ellos formase parte de una cuadrilla de canteros románicos, o bien que alguna hábil mano de esa cuadrilla se tomase la libertad de plasmar aquello que admiraba o le apetecía. Concedámosle algo de genialidad individual al hombre medieval, pues a menudo caemos en el error de encapsularlo en un mundo tachado de conservador, de artesanos y no de artistas.

Portada meridional, iglesia de la Natividad, Sotillo (Segovia)

En cuanto al simbolismo del lóbulo como elemento decorativo, existe un interesante trabajo de María Moreno Alcalde titulado "Puertas del Cielo: el arco lobulado en el arte medieval español", disponible en Goya: Revista de Arte, nº 295-296, 2003, pp. 225-244. En dicho artículo la autora clasifica los arcos lobulados por tipologías concretas para, posteriormente, realizar un análisis simbólico mediante el cual relaciona este tipo de decoración con el concepto del "paraíso" cristiano y, aún más interesante, musulmán. ¿Se os ocurre alguna otra idea?

Portada meridional, iglesia de Sto. Domingo, Turrubuelo (Segovia)

Si bien es cierto que en numerosas provincias de nuestra geografía podemos admirar este tipo de elemento (Guadalajara, Soria, Burgos, Palencia, etc.), lo cierto es que en la zona Este de la provincia de Segovia se concentran un buen puñado de ejemplos. En concreto, la zona que nos interesa es la que se ha venido englobando bajo el área de influencia del llamado Taller de Duratón. Sin ánimo de entrar en otro tipo de detalles, sí que debemos señalar el vínculo inequívoco que existe entre el acceso meridional al pórtico de La Asunción de Duratón y los arcos de ingreso a las parroquiales de El Olmo y Sotillo.

Portada meridional, iglesia de la Virgen del Olmo, El Olmo (Segovia)

Por otro lado no debemos olvidar las bellas portadas polilobuladas situadas en las localidades de Turrubuelo y Sequera del Fresno. Es especialmente interesante este último caso debido a que su descubrimiento ha sido reciente, y aunque su deterioro es ciertamente innegable, aún podemos admirar sus bellos y enigmáticos capiteles figurados, eso sí, con cierta dificultad en el caso del de la izquierda, parcialmente tapado por un contrafuerte añadido durante la reforma que sufrió la iglesia allá por el siglo XVIII. Como sucede en los casos mencionados de El Olmo y Sotillo, la arquivolta interior se decora con dovelas que encierran florones. Por su parte, la media es de baquetón y la exterior repite una decoración muy típica en la comarca: las líneas zigzagueantes. Este aspecto nos queda pendiente para próximas entregas.

Portada septentrional , iglesia de la Asunción de María, Sequera del Fresno (Segovia)